lunes, 15 de enero de 2007

Renegado

Nombre Real: Roberto Alcazar San Juan

Edad aparente: 35 años

Lugar de Residencia: Madrid

Roberto Alcazar inició su carrera como policía en los primeros años de la decada de los 40 destinado en la Brigada Central de Información Ciudadana. Tras un rápido ascenso fué su físico atlético, unido a un cierto parecido facial con José Antonio Primo de Rivera, lo que llevó al entonces ministro del Interior –Ramón Serrano Súñer- a la idea de valerse de él como vehículo propagandístico del régimen. Sus aventuras en la lucha contra el crímen unido a su inseparable compañero Pedrín se convirtiéron en un tebeo de enorme éxito que se publicó hasta fecha tan tardía como 1.976, llegando a totalizar 1.212 numeros.

No es extraño que fuese éste héroe del régimen el elegido para encabezar el llamado “Experimento Nibelungo”, con el que el Doctor Heinrich V. Riesenthal –un colaborador de Menguele refugiado en España tras la Segunda Guerra Mundial- pretendía crear un Supersoldado Español con el que llevar a cabo uno de los proyectos más ambiciosos de Suñer: la toma de Gibraltar por fuerzas de un pequeño destacamento de élite.

Así, en enero de 1958 y en la clínica del propio yerno de Franco, el Dr. Martínez-Bordiú, Alcazar es sometido a un tratamiento en el que se mezclan genes de guardia civil y antidisturbios con una dieta de fabada asturiana y chorizo de guijuelo, obteniendo (por extraño que parezca) magníficos resultados de musculación y agilidad.

Sin embargo, el proyecto para el que inicialmente se ideara la operación queda detenido al revelarse Riesenthal como un agente doble de la CIA. David Eisenhower, presidente de los Estados Unidos de Norteamerica, visita a Franco en 1959 y otorga a éste su protección y la entrada en las Naciones Unidas a cambio de la suspensión del ataque al Peñón. Rieshental desaparece de escena y no vuelve a ser visto en España, aunque fuentes del CSID informarán años despues de su presencia en el equipo medico del Comité Olimpico Norteamericano.

Alcazar vuelve al servicio activo como policía, alternando con su actividad secreta como “Superfacha”. No obstante, el traje de mallas rojigualdas es demasiado conspicuo: a comienzos de los 70, Alcazar queda gravemente herido en un enfrentamiento con la Hermandad de Cantautores Diabólicos y debe pasar una temporada de rehabilitación en una de las clínicas secretas del Opus Dei, organización que ha sustituído a la Falange en el control del aparato franquista. Es allí donde tiene conocimiento del “Operativo Arenque”, un proyecto ya en marcha para preservar al Caudillo en salmuera como regalo para las generaciones futuras.

Arenque es en ese momento un éxito relativo. Aunque ha conseguido prolongar la vida del anciano dictador, éste presenta día a día un mayor acartonamiento que empieza a ser visible en sus comparecencias públicas. Alcazar se ofrece entonces para experimentar una terapia aún más radical: enterrandolo en vida en una lata gigante de anchoas del Cantábrico los doctores del Opus intentan emular el estado incorrupto del brazo de Santa Teresa. El tebeo que lo refleja es ya mítico en la historia del cómic español: retirado de la circulación, escasa media docena de ejemplares se salvaron de la garra de la censura para alcanzar cotizaciones equivalentes a los primeros ejemplares de la Saga de los Aznar. En su portada, un Alcazar vestido con los colores de la enseña nacional es escoltado en un féretro (con extraño parecido a una lata de las de Isabel) por Monseñor Escribá de Balaguer, Pedrín, El Guerrero del Antifaz (colega suyo), Carrero Blanco y Sara Montiel, también incorrupta.

Pese al éxito científico, Alcazar permanece en estado de animación suspendida durante más tiempo del previsto. El plan de sustituír su cuerpo por el de Franco en los últimos instantes de vida del caudillo queda truncado por la confabulación del líder falangista Adolfo Suarez, que trama venganza contra el Opus y sus seguidores en asociación con el jóven Príncipe Juan Carlos. Suarez desconectará la canula que mantiene a Franco con vida –con la excusa de “llevarle a firmar unos papelitos sin importancia”- mientras Juan Carlos mantiene entretenidos a los doctores invitandoles a una chuletada en Zarzuela. El Opus pierde así su mejor baza, dandose inicio a la que luego sería conocida como “Transición Española”.

El feretro de Alcazar quedará en el olvido hasta 1982. En las elecciones generales el PSOE obtiene el gobierno de la nación: centenares de documentos y vestigios de la época franquista son incinerados, al tiempo que importantes empresarios y dirigentes de los sindicatos verticales se apresuran a obtener carnets de CCOO y UGT con al menos diez años de antigüedad. Así, la cremación pudo ser el fín de Roberto Alcazar, enviado en un camión de residuos al vertedero de Valdemingomez para su incineración.

Sólo el azar –bueno: y una pizca de corrupción- salvaron la vida del antiguo héroe. El encargado de la incineradora mantenía (y, por lo que sabemos, mantiene hasta la fecha) un floreciente negocio de reventa del combustible, arrojando sin más al vertedero las sustancias teóricamente incineradas. Así, dos años después, un desconcertado Roberto Alcazar emerge de su tumba.

Su primera impresión es de inmenso desconcierto: rodeado de basuras y documentos secretos Alcazar piensa que un cataclismo ha destruído el mundo. Inmediatamente culpa del hecho a los rojos y se promete a sí mismo no descansar hasta haber acabado con la Unión Soviética. No obstante, y para su asombro, pronto se da cuenta de que algo no encaja: los carteles junto a las carreteras muestran la efigie de un tal González que se presenta a sí mismo con total impunidad como socialista, pero que pide el voto a favor de la OTAN. El conocido rostro de su jefe directo, el Ministro del Interior Don Manuel Fraga, le da replica con una actitud de mayor distanciamiento frente a la Alianza.

¿Habrán vuelto, pues, los tiempos de Serrano Suñer? ¿Un nuevo pacto contra natura entre el coloso americano y el soviético vuelve a enfrentarse a un Reich renacido de sus cenizas? Alcazar decide darse a sí mismo tiempo para evaluar la situación. Las monedas que encuentra en el bolsillo aún son validas, aunque circulan muchas otras con la efigie del joven Príncipe. Eso le tranquiliza: despues de todo, es aquel a quien el Caudillo designara quien mantiene las riendas del poder. Descubre que su Cuenta de ahorros en la Caja de la Inmaculada, aunque devaluada, aún tiene efectivo suficiente para mantenerle durante algunos meses. Alquila una casa en el devoto barrio de Chueca y se dispone a esperar.

Muchas cosas han cambiado respecto a la España que dejó. Su afición al cine le hace toparse de bruces con las florecientes producciones pornográficas, que estudia con ánimo pedagogico. Y es en una matinal del Roxy, ante una Nadiuska abierta de piernas, donde alcanza la revelación que cambiará su vida: pese a la evidencia que tiene ante sus ojos, Alcazar se descubre a sí mismo pensando en Pedrín.

El desconcierto de nuestro héroe es inmenso. Perdido en un mundo que para él es nuevo, descubre también que sus sentimientos chocan ahora con sus más firmes convicciones. No obstante, en su mismo bloque de pisos comprueba que su “enfermedad” no es lo infrecuente que antaño supusiera. El exmiembro de la Brigada de Información se hará habitual de la noche gay madrileña. Su impresionante físico hace que sea siempre bien recibido, en particular en los garitos “leather” donde consigue con facilidad empleos de camarero o “gorila” de discoteca. Es –o habría podido ser- el comienzo de una nueva vida.

Pero el pasado de Alcazar no consiente ésa tregua. Un oscuro personaje a quien todos llaman “Manzanita” reconoce al héroe de su juventud y no ceja en su empeño hasta convertirle en su amante. Alcazar, desorientado y alhagado, se pliega a sus sobornos. Escenas de pasión tienen lugar en el subsuelo madrileño con el acompañamiento machacón de inmensas tuneladoras fálicas: “Manzanita” es en realidad la tapadera del supervillano conocido como “El hombre Topo”, alto cargo del Partido Popular que, con el tiempo, alcanzará la alcaldía de Madrid.

La situación es, sin embargo, insostenible: Roberto Alcazar es, para Manzanita, más un trofeo que un amante. En una repetición insana de “Historia de O”, Alcazar es pasado de mano en mano (bueno, y..) entre diversos altos cargos del PP, deseosos todos de mantener una relación con el trasunto musculoso de José Antonio. Es la prostitución de lujo, edulcorada entre marchas militares y declaraciones de camaradería falangista.

Son los tiempos más bajos para la autoestima de Alcazar, obligado a mantener en secreto una situación que escandalizaría a la masa de votantes del partido. No obstante, las relaciones que obtiene sirven a un doble juego en el que Alcazar da con información que de otro modo ni sus extraordinarias dotes policiales hubieran podido desvelar: el paradero de su antiguo compañero Pedrín.

Virtualmente desaparecido tras el entierro en vida de su mentor, Pedrín no tardo mucho en asociarse a un nuevo y más poderoso protector: Manuel Fraga “la momia viviente”. Con su amparo, no sólo logró hacerse con una identidad secreta y absolutamente blindada por el antiguo ministro del Interior, sino que alcanzó también relevantes posiciones en el Partido Popular. ¿Quién reconocería hoy a aquél “flecha” adolescente en el elegante candidato a Presidente de la Comunidad de Madrid, Alberto Ruíz Gallardón?

Alcazar no tiene dudas: cita a Pedrín-Gallardón en su piso de Chueca. Éste se presenta sólo, descolgandose furtivamente desde el tejado, y se dispone a escuchar lo que Alcazar tiene que decir: una honesta y directa declaración de amor. Para Alcazar es un nuevo golpe: su compañero ya no es un adolescente dócil y embelesado, sino un político curtido en mil batallas. Pedrín le rechaza sin contemplaciones y exige silencio sobre su pasado: la brillante tapadera de “Progresista dentro del partido conservador” saltaría en pedazos de conocerse su relación con el viejo prototipo franquista.

No obstante, otros oídos han escuchado ésta conversación: pocas cosas suceden en Madrid sin llegar a los oídos del hombre-topo. Despechado por la actitud de Alcazar, a quien tiene por su juguete personal, Manzanita envía a uno de sus sicarios, el “Sheriff Matanzos” a la caza y captura de Alcazar. Éste, sumido en una profunda depresión por el rechazo de Pedrín, es derrotado y atado a una tuneladora de la línea seis del Metro. Sólo la intervención providencial de Gallardón –desconectando la corriente en el último momento- evita el trágico final. Alcazar nunca sabrá quién ha sido su salvador, pero éste hecho marcará el comienzo de una enemistad profunda entre los futuros alcalde y presidente de la comunidad madrileña.

Traicionado por los suyos, harto de la hipocresía de sus antiguos camaradas y en posesión de una nueva identidad sexual, Alcazar entierra en el Monasterio de la Cruz de los Caídos el antiguo traje de Superfacha y se dispone a iniciar una nueva vida.

Ha nacido...


Renegado

Dramatis personae:


Manuel Fraga “la momia viviente”. Uno de los primeros mutantes españoles, obtuvo sus poderes tras bañarse en la aguas radiactivas de Palomares. Basicamente: es indestructible. Gobierna Galicia desde su pirámide bajo la catedral de Santiago de Compostela y, pese a los multiples intentos de Progres y Nazionanistas, nadie ha sido capaz de desalojarle de allí.

Se rumorea que, tras encontrar en los sotanos de un parador los pergaminos secretos de un alquimista judío, Fraga es capaz de “fabricar” momias subalternas a las que coloca en altos cargos; tal que Fiscal General del Estado.

Alvarez Manzanita “el hombre topo”. Antiguo alcalde de Madrid. No se le conocen superpoderes, pero es poseedor de una ingente cantidad de maquinaria robótica, incluyendo las super-tuneladoras con las que amenaza la integridad del subsuelo madrileño.

Pedrín-Gallardón. Antiguo camarada de Alcazar y actual alcalde de Madrid. Una especie de ladrón de guante blanco con poderes mentales: todo el mundo cree que, despues de todo, “en realidad es casi uno de los nuestros”.

Sheriff Matanzos. Antiguo concejal del distrito Centro. Durante la alcaldía de Manzanita impuso su ley a éste lado del Manzanares, pero ahora está en paradero desconocido después de haber ganado cinco veces consecutivas el gordo de navidad.

Francisco Alvarez Cascos. Aprendiz del hombre-topo, es por ahora capáz de abrir socavones con la mente y de manejar hilillos de plastilina. Bueno: de fuel, que viene a ser lo mismo.

Esperanza Aguirre. De viejo abolengo aristocrático, la presidenta de la Comunidad de Madrid es una vampira inversa: no le gusta la vida nocturna y, para cabrearla, no hay que enseñarle una cruz sino mas bien escupir en ella.

Chemari Aznar “Cincinato”. Antes “Centroman”, su estado empeoró (aún más) tras una visita a Estados Unidos en la que fue sustituído por un clon de sí mismo al que, por cierto, tardó bastante en quitarsele el acento chicano. Su primer poder conocido fue la capacidad de hablar cualquier lengua (aunque sólo en la intimidad) , pero tras la visita a USA adquirió una conexión mental con George Bush que le permite invocar un centenar de bombarderos que arrasan el barrio por él designado. Aunque, eso sí, tienen tendencia a no acertar a sus enemigos, provocando inmensos daños colaterales.

Joseluis R:Zapatitos “Sosoman”. Actual presidente del gobierno. Ni ha hecho nada, ni se le conoce ninguna capacidad, pero todo el mundo cree que tiene poderes; lo que viene a ser casi lo mismo.